“Mamá, te digo una cosa si no me regañas”
– mientras lo decía tenía doblado mi brazo izquierdo con la mano hacia
arriba y un reguero de sangre corría desde mi dedo corazón hasta
mi codo a la vez que se iba formando un charco rojo en el suelo….
Así era yo, así de desobediente, de arriesgada y de inocente… Tenía 6 o 7 años, no recuerdo bien…
- Desobediente porque hacía escasos diez minutos mi madre al verme sostener con una mano los cables del teléfono y con otra las tijeras de punta afilada, me había dicho: “deja esas tijeras que te vas a cortar”
- Arriesgada porque pese a intentar cortar los cables de cobre del teléfono recubiertos con pvc de colores una y otra vez, no desistí en el intento y la fuerza hizo que cortase algo más que cables
- Inocente por creer que mi madre no me iba a regañar…
¿Y por qué os cuento esto?
Porque probablemente fue esta la primera vez que decidí dedicarme a hacer accesorios… concretamente pulseras.
Yo
era una niña bastante barroca, cuando veo fotos de pequeña, mi hermana
siempre aparece tan minimalista como mi madre nos ponía (siempre íbamos
vestidas iguales) y yo por el contrario,
siempre aderezaba mi look con unos zapatos de sevillana rojos con
lunares blancos, unas cuantas pulseras de colores, algún que otro
collar, diademas espantosas, bolsos y todo lo que pillase por casa. Más
que mi hermana y yo parecíamos mi hermana y un árbol
de Navidad, sólo me faltaban las luces…
Afortunadamente
de todo esto sólo quedan mi gusto por los accesorios PERO cuanto más
discretos y minimalistas, mejor y el hacérmelos yo misma.
La
verdad es que nunca he dejado de hacer cosas, lo que pasa es que hay
periodos en que la producción sale como churros y otros por el contrario
en que por lo que sea, nada de lo que
hacemos nos convence (supongo que los estados de ánimo tienen mucho que
ver en todo esto también).
Hace
no mucho, hice unos kits para unas amigas… La idea es que todo fuese
hand made y que hubiese un poco de variedad así que entre las diferentes
cosas que introduje en el kit (otro
día os hablaré de las otras cosas que había), decidí incluir un
accesorio para cada una de ellas.
No
las conocía mucho así que arriesgué y concretamente a Ana, la hice un
collar muy simple pero que precisamente por su simplicidad, era bonito.
Parece
que la gustó, digo parece porque se lo suele poner bastante y he de
decir que queda genial así que para el pop-up de The Therapy decidí
hacer algunos más del mismo estilo y otros
un poco diferentes. También hice pulseras… y no de cables de teléfono
precisamente…
Son sencillos, lo sé, algunos extremadamente sencillos pero creo que por eso, es precisamente por lo que me gustan tanto.
Supongo
que nunca seré una Helena Rohner, entre otras cosas porque no pretendo
serlo pero la satisfacción que produce que alguien a algo que llevas
puesto te diga “qué bonito!” y poder
decir “me lo he hecho yo!”, te hace sentirte un poco joyera…
Me gustan mucho!
ResponderEliminarSigue!